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II Conversatorio Indígena: “Exigimos el derecho a la vida”

01-07-2021 15:12 por Beca Trabajo - Coordinación de Comunicaciones

II Conversatorio indígena

Construir un espacio de diálogo y escucha entre los pueblos indígenas del país y las diferentes organizaciones sociales, ambientales, derechos humanos y académicas que trabajan en esta región fue el objetivo fundamental del II Conversatorio Indígena.

Considerar que no puede haber desarrollo a expensas del sacrificio de los pueblos, sobre todo de los pueblos originarios, fue la premisa que unió a diferentes organizaciones sociales, ambientales, de derechos humanos y personas del ámbito académico en el II Conversatorio Indígena, en el cual se desarrollaron temas relacionados con los derechos de aborígenes en Venezuela, del 15 al 18 de junio, en modalidad virtual.


El II Conversatorio Indígena Venezolano es una iniciativa liderada por un grupo de jóvenes indígenas Warao del Delta del Orinoco y la Universidad Católica Andrés Bello, junto a otras casas de estudio y organizaciones, como la Universidad Autónoma Indígena, el Grupo de Investigaciones sobre la Amazonía (Griam), la Pastoral Indígena, el Grupo de Trabajo Socioambiental de la Amazonía Wataniba, el Grupo Cambalache, el Movimiento Protect Our Planet (POP), el Consejo Misionero Nacional, la Confederación de Religiosos y Religiosas de Venezuela y la Red Eclesial Panamazónica (Repam).

En sus palabras de bienvenida, Johan Ramos, representante del pueblo Warao, destacó que los retos y desafíos están orientados al rescate del derecho a una vida de paz, espiritualidad y religión, respeto a las leyes indígenas, a una educación intercultural y cosmológica, a una libre determinación y autonomía, a un territorio libre de minería y terrorismo, al respeto de las mujeres y su sabiduría; así como derecho a la salud y a un sistema de protección digno. “Ustedes son base fundamental para que las organizaciones indígenas puedan ser escuchadas”, expresó.

 


tl_files/relaciones_institucionales/otros/2021/Álvarez.jpgEl cambio climático y los pueblos indígenas


“Si hubiese respeto por el medio ambiente, no habría ni COVID, ni cambio climático”, resaltó el Dr. Alejandro Álvarez, doctor en Ciencias (mención Ecología) de la Universidad Central de Venezuela, quien inició el conversatorio hablando sobre los efectos críticos que se están produciendo debido a este fenómeno en territorios donde conviven comunidades indígenas, específicamente en la Península de la Guajira, el Delta del Orinoco y los pueblos de la Amazonía.  


Álvarez detalló que el cambio climático se monta sobre procesos de destrucción, saqueo, violencia, corrupción y cambio completo de los patrones ambientales, produciendo sequía y, en consecuencia, la caída de la producción vegetal y poca disponibilidad de agua para la población de la Guajira. De aquí a unos 50 años tendrán una condición de aridez compleja, con poca lluvia y temperaturas extraordinariamente altas (por encima de los 45 grados) y una zona costera con tendencia a desaparecer.


En el caso del Delta del Orinoco, el experto explicó que para la mitad de este siglo, se espera un decrecimiento previsto de aproximadamente 50 cm del nivel del mar, que en la costa baja puede generar que gran parte de este territorio desaparezca debajo de las aguas y las comunidades emplazadas en estas zonas van a tener graves inconvenientes como la salinización y la dificultad para conseguir agua dulce para el consumo humano.


Álvarez también se refirió a dos situaciones críticas en relación con el cambio climático en la Amazonía venezolana. Por un lado, la menor cantidad de lluvia que cae cada año cambiará las condiciones de las sabanas y otros elementos ecosistémicos que hay en la zona. Por lo tanto, todos los patrones y sistemas de producción a los que estaban acostumbradas las comunidades indígenas van a verse alterados. Por otro lado, pueden ocurrir tormentas de alta intensidad, que pueden producir inundaciones.

 


COVID-19 azota poblaciones más vulnerables 


Luis Jesús Bello, director operativo de la Asociación Wataniba, desarrolló una ponencia sobre el derecho a la salud de los pueblos indígenas en la región amazónica nacional y el impacto que ha tenido la pandemia por COVID-19 en esa región, que se ha enfrentado a dos olas de propagación, ubicándose en el tercer lugar con mayor incremento porcentual en el número de contagios.


Según Bello, la nueva ola de propagación se ha visto agravada por el colapso del ya frágil sistema de salud de la región y la ausencia de una política de vacunación clara y suficiente para cubrir a la población oportunamente. El registro de casos positivos y fallecidos en el país a escala regional y local, así como la incidencia en pueblos indígenas continúa siendo difícil de calcular, debido a la falta de estadísticas oficiales confiables, desconocimiento sobre el número de pruebas rápidas (PDR) y confirmatorias (PCR) que se han aplicado, así como el seguimiento que se ha realizado. 


Por ello, detalló que es complejo saber con certeza de qué manera han sido afectados los pueblos indígenas por la pandemia. A partir de la evaluación de sintomatología clínica, se reconocen casos de contagios y fallecidos por COVID-19 entre los pueblos Arawak, Jivi, Pemón, Uwotüja, Warao, Yanomami, Ye’kwana y Yeral que habitan en la Amazonía venezolana; esto sin contar con los casos referidos para pueblos y comunidades del occidente del país.


“Contar con planes claros y adecuadamente difundidos de atención y vacunación, con respeto a las tradiciones y costumbres de los pueblos indígenas, es una necesidad. La situación alrededor de la Amazonia venezolana no es particularmente alentadora cuando observamos lo que sucede en los estados brasileños de Amazonas y Roraima. El mantenimiento de las medidas preventivas, la defensa de los territorios de grupos externos y el plan de salud es clave para evitar una escalada de la enfermedad hacia las comunidades más aisladas”, expresó Bello.

 


La utopía del "desarrollo" que todo lo justificatl_files/relaciones_institucionales/otros/2021/Terán.jpg

 

“No existe la minería ecológica, no existe minería amigable. No puede haber desarrollo a expensas del sacrificio de los pueblos, sobre todo de los pueblos indígenas. Más allá de una consigna política, esa es la gran utopía del 'desarrollo' que todo lo justifica”, aseveró Emiliano Terán, sociólogo y miembro del Observatorio de Ecología Política de Venezuela, en su ponencia “Territorio, Minería, Extractivismo”.


El investigador en temas de extractivismo en América Latina, se refirió a la minería no solo como una actividad económica, sino como un patrón para organizar los territorios y la vida fundamentados en la extracción. “Esta forma de extracción no tiene contrapartida, quizas sí para los sectores privilegiados de la economía y la política; pero para los territorios -históricamente- hasta el Sol de hoy, no deja absolutamente nada más que una tierra arrasada y despojada en todos los sentidos, llegando incluso hasta el peligro del genocidio”.


Emiliano Terán Mantovani desarrolló una argumentación con el fin de desmontar lo que denomina “Cinco falacias sobre el Arco Minero del Orinoco”: 

1. El Arco Minero no es una novedad, la minería se practica en Venezuela desde el período Colonial.

2. El Arco Minero del Orinoco es “una política revolucionaria” para organizar y reivindicar a la pequeña minería del estado Bolívar.

3. El Arco Minero desarrollará las tecnologías más amigables con el ambiente.

4. Se ha realizado una consulta previa, libre e informada a los pueblos indígenas para la implementación del Arco Minero del Orinoco, logrando su consentimiento.

5. El Arco Minero ayudará a diversificar la economía, saldremos del rentismo y se promoverá el desarrollo de toda la Región Guayana.


En su opinión, estas utopías forman parte de un conjunto más amplio de operaciones de manipulación, deformación y engaño, con gran resonancia simbólica, que tienen por objeto legitimar los planes y proyectos megamineros en el sur del país. De esta manera, Terán propone tributar al debate suscitado por el conjunto de personalidades, movimientos y agrupaciones que han expresado su firme rechazo al megaproyecto “Zona de Desarrollo Especial Arco Minero del Orinoco” impulsado por el gobierno nacional.

 

tl_files/relaciones_institucionales/otros/2021/Quintero.jpgNo existe territorio sin cultura


“En la medida que perdemos el territorio, perdemos la cultura; porque la cultura emerge en el proceso en que una comunidad humana convierte un espacio en su territorio”, argumentó en su disertación José Ángel Quintero, académico de la Universidad del Zulia e impulsor de la Universidad  Autónoma Indígena.


Por otro lado, la destrucción del río Orinoco -a su juicio- por el modelo extractivista de la minería, va a significar la destrucción de la capacidad para producir alimentos para el país y por supuesto la liquidación de los pueblos indígenas que yacen a su alrededor. “Los pueblos indígenas, considerados minoría, ocupan estos espacios territoriales de la Amazonía milenariamente y al modelo de explotación le costará poco tiempo (unos 30 a 40 años) liquidarlos. Ese es el contexto al que hay que darle respuesta”, expresó el miembro de la Organización Intercultural para la Educación Autónoma Wainjirawa.


A la Universidad Católica Andrés Bello Extensión Guayana, la única casa de estudios emplazada en territorio amazónico, y quienes siguen al pie del cañón -como las organizaciones invitadas al II Conversatorio Indígena- les toca reinventarse, educar, apoyar y unir esfuerzos en esta lucha desigual, para el rescate de los territorios, basados en la afirmación "sin territorio no hay cultura y sin cultura se pierde la identidad".

 

 

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Texto y foto: Rosanny Rivas

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